lunes, 25 de febrero de 2008

La Puerta de Alcalá (Sabatini, 1778)


Este monumento madrileño es uno de los emblemas de la capital de España. Se ubica en pleno centro de la ciudad, en la Plaza de la Independencia y cerca de la entrada principal del Parque del Retiro. En la actualidad, la percibimos como un elemento aislado, pero esto no era así en una época en la que todas las grandes ciudades disponían de murallas, es decir, la puerta no estaba exenta, pertenecía a una muralla que ya bien empezado el siglo XIX aún continuaba en pie. Históricamente, era lo que se conocía como una puerta real. Había cinco puertas reales además de doce portillos. Ésta puerta servía de entrada al camino real de Aragón y Cataluña.

El monarca Carlos III, tras ver varios proyectos, encargó finalmente su construcción a Francisco Sabatini, que comenzó la obra en 1774 y la acabó en 1778.

Estructura

Arquitectónicamente, se puede englobar dentro del estilo del neoclasicismo. Se usaron como materiales de construcción piedra caliza blanca de Colmenar (Madrid), granito gris y un fondo de piedra barroqueña, que tiene una altura de 195 cm.
Responde en esencia a una imitación de un arco del triunfo romano, y como tal, se compone de un sólo cuerpo con cinco huecos. Los dos extremos son adintelados y los tres centrales abovedados con un arco de medio punto, el arco central es igual por ambas caras, pero en los demás en lo que sería la parte exterior de la ciudad se colocaron columnas de orden jónico, tenemos un total de diez columnas. En la parte interior estas columnas se sustituyen por pilastras. Hay una cornisa sobre los capiteles que recorre todo el edificio y sobre el arco central un frontispicio de forma circular, en el cual se sitúa mirando al exterior un gran escudo de armas. Sobre este frontispicio y a ambos lados se sitúa la placa con la inscripción latina: "REGE CAROLO III, ANNO MDCLXXVIII ".

Los adornos fueron esculpidos por distintos artistas. Las figuras de niños y trofeos militares colocados en el sotabanco, además del escudo de armas, fueron realizadas por Francisco Gutiérrez. Las cabezas de leones y las cornucopias que adornan los laterales son obra de Roberto Michel.

Curiosidades

El objetivo de dicho monumento era conmemorar y recordar la entrada del rey a Madrid. Se hace necesario decir que La puerta de Alcalá responde a un capricho del monarca, si se puede decir así. Existía una puerta anterior en ese mismo lugar que estaba dedicada a Margarita de Austria, esposa de Felipe III, pero cuando Carlos III llegó a la ciudad y pasó por dicha puerta no fue de su agrado. El monarca desaba un monumento más grandioso y mandó derribarla en 1764, y más tarde mandó construir la que conservamos en la actualidad y que ha sido y sigue siendo testigo de cuanto sucede en la ciudad.

Fuentes:

M. C. Escher




Maurits Cornelis Escher (1898-1972) es uno de los artistas del siglo XX más admirado por el gran público. Su nombre en la actualidad aún pasa desapercibido, pese a que la gran mayoría de los usuarios de la mensajería electrónica hayan recibido alguna vez un documento multimedia con las obras de este artista. Pues bien, es el momento de hacer honor al don de Escher y por fin identificar sus obras.

La relatividad (1953) es una de sus obras más conocidas e influyó en el rodaje de la película El laberinto de Jim Henson (1986).

M.C. Escher nació el 17 de junio de 1898 en Leenwarden (Holanda), era hijo de un ingeniero hidráulico. No fue precisamente un estudiante muy brillante, por ello repitió dos veces. La única asignatura que le estimulaba era Dibujo. Su profesor F.W. van der Haagen le enseñó la técnica de los grabados en linóleo y fue una gran influencia para Escher.

Bajo presión paterna, Escher comenzó a estudiar en la Escuela de Arquitectura y Artes Decorativas de Haarlem, pero no tardó en abandonar sus estudios para adentrarse en el aprendizaje de la técnica del grabado en madera o xilografía de Samuel Jesserun de Mesquita, su maestro y máxima influencia.

Entre 1922 y 1935 se trasladó a Italia, en principio de vacaciones, pero después acabaría residiendo en Roma una larga temporada. De Italia le gustaban el clima y los paisajes. En 1924 en un viaje conoció a Jetta Umiker, quien se convertiría en su futura mujer y con quien tendría tres hijos.

Pero debido al tenso clima político que se avecinaba, Escher tuvo que abandonar Italia. En este período de su vida no tuvo una residencia estable, sino que viajó por varios lugares que no le inspirarían nada, como Suiza. Volvería a Italia esporádicamente, visitó Bélgica y también España, concretamente Granada y Córdoba, ciudades cuya belleza le dejaron asombrado. Tal fue así, que tanto la Mezquita de Córdoba como la Alhambra de Granada se reflejarán más tarde en sus trabajos relacionados con la partición regular del plano.

En 1941, huyendo de la 2ª Guerra Mundial, se muda a Baarn (Holanda). Allí viviría junto a su esposa y sus hijos. Hasta 1951 no se dedicó al comercio de sus grabados, había estado dependiendo económicamente de sus padres. Pero su lanzamiento al mercado fue bastante fructífero. Generalmente hacía copias de litografías y grabados por encargo, aunque también diseñó sellos, portadas de libros y algunas esculturas.

Debido al constante mal tiempo de Holanda, Escher deja de lado los grabados de paisajes y se centra más en su propia mente. Es un período en que su producción es muy regular. Es el comienzo del estudio geométrico y matemático que hace Escher para realizar sus obras.

Day and night (1938)

Entre 1955 y 1962, Escher realizará sus trabajos más complejos y minuciosos, en los que figuran las arquitecturas imposibles. Tras el año 1962, sufrió una operación que debilitará su salud y en consecuencia disminuirá su producción. En 1972, Escher fallece en el norte de Holanda.

Belvedere (1958), una clara muestra de las Arquitecturas Imposibles.

A lo largo de su vida, Escher realizó más de 400 litografías y grabados en madera, y unos 2.000 dibujos y borradores, pero acabó destruyendo algunas de las planchas para que no se realizaran más reproducciones de sus originales. Después de su muerte, muchas de sus obras fueron vendidas masivamente y esparcidas por el mundo, aunque queda un grupo importante expuesto en el Museo Escher en La Haya, Holanda.

Escher: un artista diferente

La gran mayoría de expertos y críticos coinciden en que Escher resulta difícil de clasificar dentro de los movimientos artísticos. No pretende transmitir mensajes ni sentimientos, no le interesaba mucho la realidad ni la humanidad, sino que prefería plasmar situaciones, juegos visuales y guiños al espectador, todo aquello que pasaba por su imaginación y creía digno de mostrar al público. Según expertos, la obra de Escher se caracteriza por su dualidad y la búsqueda del equilibrio, la utilización del blanco y el negro, la simetría y el infinito frente a lo limitado.

Los críticos también dicen que “es el artista que mejor ha reflejado gráficamente el pensamiento matemático moderno”, “aún sin ser matemático, sus obras muestran un interés y una profunda comprensión de los conceptos geométricos”.

Fuentes: